Técnicamente, lo he perdido todo.

La frase es literal. Si han visitado mi blog en los últimos meses, se habrán percatado de que ha sufrido numerosos cambios gráficos y de contenidos, sin mencionar las múltiples partidas en falso.

Lo que en realidad sucedió es bastante triste: hace algo más de un año, algunos lectores me alertaron de que muchas publicaciones de mi bitácora tenían vínculos hacia sitios de spam. Asumí que serían comentarios que burlaron el filtro de Akismet, pero pronto se hizo evidente que el problema era más grave.

Se trataba de un (maldito) gusano que de alguna forma consiguió abrirse paso hasta mi base de datos y, desde ahí, extenderse a todos los archivos de mi blog, plagándolo con vínculos que invitaban a comprar Viagra, Cialis, extensores de pene y todo ese tipo de cosas que los machos cabríos no necesitamos.

Viéndome superado por la naturaleza virulenta del bicharraco, supe que era hora de llamar a la caballería. Mi amigo Juan Correa (aka PotterSys), miembro de la comunidad WordPress chilena, ofreció sus servicios, sólo para percatarse de que mi sitio ya estaba en necrosis. Durante semanas hizo lo posible por salvarlo -cortando, limpiando y volviendo a importar- pero ya no había forma de contener el avance Zerg.

Su recomendación final: borrar todo y volver a instalar.

A esas alturas ya estaba lo suficientemente cabreado con DreamHost, mi servicio de hosting desde 2007. Mis sospechas de que el desaguisado había sido culpa de ellos se vieron confirmadas cuando supe que unos amigos míos, quienes también tenían su sitio web hospedado en sus servidores, sufrieron el mismo problema, y pasaron por el mismo tortuoso proceso para resolverlo.

No era sólo eso lo que me molestaba. Desde hacía un par de años, la velocidad de respuesta de los servidores de DreamHost se había puesto cada vez peor, al punto de la exasperación. Tenía la impresión de que la firma había pasado de ser una empresa pequeña con un servicio de excelencia, a una gran empresa con un servicio mediocre.

Al final, la decisión fue obvia. Los amigos de DPS -el mismo hosting de BioBioChile- me ofrecieron casa y un nuevo comienzo. Desde cero.

Y ahora heme aquí, frente a un lienzo vacío. Tengo 10 años de escritos que deberé volver a cargar en el blog, uno por uno, en un proceso forzado que en realidad no es tan malo. Recorrer mis antiguos artículos es una buena forma de reevaluar los cambios (y ojalá la evolución) en mi vida. Más de alguna vez me he sorprendido ante mis propios escritos… para bien y para mal.

Lo único que tardaré un poco más en recuperar son sus comentarios. Republicarlos va a ser un trabajo tan arduo como necesario: este blog está hecho en un 50% por sus aportes y opiniones. Muchos de los artículos más memorables comenzaron como un comentario o una sugerencia. Después de todo, esa interacción es la clave del lenguaje de internet.

Así que pónganse cómodos. El show está sólo que empieza… otra vez.