De seguro todos lo hemos escuchado como argumento para decantar por un candidato o al menos anular el voto: «no vote en blanco, o se lo sumarán a la mayoría».
Sin embargo se trata sólo de un mito, aunque uno de los más extendidos entre el electorado chileno desde el retorno a la democracia hace 25 años. ¿De dónde proviene? Aunque resulte increíble, de una de las decisiones menos conocidas de la Junta Militar de Gobierno.
Mientras se preparaba el plebiscito que sometería al juicio de la ciudadanía la nueva Constitución de 1980, el gobierno del general Pinochet estaba comprometido con que esta fuera aprobada a como diera lugar. La necesidad de tomar resguardos, llevó a estipular en la normativa de votaciones una disposición inédita en nuestro país: que todo voto en blanco se sumaría a la opción oficialista.